miércoles, 2 de noviembre de 2011

Ella.

Vuelve a despertar angustiada con la respiración agitada, en sus manos estan marcadas sus mismas uñas. Lo ha vuelto a soñar.
Desde pequeña se le inculcaron valores en su casa, ideas, sentimientos y hasta horarios, pero aunque desease no podía deshacerse de los sueños que tenía, pesadillas que odiaba y llamaba así aunque le pareciesen agradables...  Ya no quería, ya no podía más, pero ¿Qué más podía hacer? Abrazando la almohada, mirando hacia el techo en silencio se calmaba de a poco mientras una lágrima rondaba por su mejilla.
Siempre fue muy tímida y sus padres unas personas muy apegadas a la iglesia y el buen vivir tanto como a los valores y al antiguo juicio de lo que es bueno y lo que es malo. Ella era perfecta a los ojos de sus padres y no quería dejar de serlo. Tenía un puro amigo con el que compartía la mayoría de las cosas y tres hermanos, una mujer y los otros dos pequeños varones, ella era la segunda mayor luego de su hermano.
Ahora pensaba en la cena, en como luego de dar las gracias salían temas controversiales a discutirse, de los cuales no surgía discusión, sino más bien estaban planteados en el momento para que los jóvenes pudiesen aceptar y acatar las ideas de los padres, pero por más que pensaba en eso y en otras cosas imágenes del sueño no salían de su cabeza. No sabía qué podía hacer, ese sueño repetido le hacía repudiar por un  momento a sus padres, por qué la posición de la iglesia frente a los temas era la correcta, pero luego pensaba y salían los valores inculcados a la fuerza diciéndole que su posición era la errada.
Del cansancio nuevamente se quedó dormida y volvió a soñar con ella y esa niña de su colegio, la que iba un curso más abajo y a la que solo en sueños se acercaba.

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