domingo, 18 de noviembre de 2012

SM !

Hoy desperté feliz. No hay razón, pero lo hice. Pesqué un lápiz y comencé un ejercicio. No salió nada, pero no me quedé así. Salí a estudiar con el sol, me di una ducha sacaflojeradeestudio, intente meditar, encontrar motivación para estudiar, pero nada. Así recurrí a mi última alternativa, me puse ropa adecuada y fui a la fábrica de motivación. Era una casa grande y bonita, no inspiraba mucha motivación, pero son ironías que tiene la vida. Entré y tomé asiento, esperando que alguien me atendiera, y de pronto llegó un caballero con una sonrisa de oreja a oreja.
-Hola, soy Ludovico Pérez, y la atenderé, por favor pase a mi oficina.- me dijo.
La oficina era linda con carteles motivacionales y todo, bien entretenida. Entonces se me ocurrió la pregunta si tenían bloqueada la página de desmotivaciones.es, pero decidí guardarme la pregunta para mi. Pensando en eso el señor Ludovico me preguntó que necesitaba, sorprendiéndome de tal forma que el se sorprendió a causa de mi sorpresa. Le susurré algo extrañada que necesitaba motivación para estudiar, pescó el mouse del computador mientras divagaba hablando para sí en silencio, siempre con una sonrisa que al ser tan permanente comenzaba a incomodarme mas que agradarme.
- ¿Cual es su nombre?- me preguntó, pero no entendí si seguía divagando o era una pregunta dirigida a mi.
- ¿Su nombre? ¿Cual es?- volvió a preguntar
- Vanessa- respondí, y escribió unas cuantas cosas en el computador.
El computador era muy chistoso, tenia unos tubos raros que causaban risa, y era de hartos colores que en verdad no tenían ninguna armonía ni orden aparente, pero bueno, no se nada de arte, lo reconozco.
- Bueno, su situación es complicada, debe comprender que cada persona tiene una cuota de motivación diaria que se reparte aleatoriamente y a usted hoy le tocó motivación por la vida-, me respondió.
- Pero, yo necesito estudiar hoy, tengo algo importante el martes, y no quiero que me vaya mal-, dije intentando tener una solución a mi problema.
-Espere un momento-dijo, salió por la puerta trotando a saltos.
Luego de unos segundos asomó la cabeza y me hizo un gesto de " sigame " por lo que me levante y caminé hacia donde el me guiaba. Subimos al piso 12 usando las escaleras, así que Ludovico debía esperarme a cada tanto, mientras conversábamos de la vida, así supe que su sonrisa fue echa por una cirugía estética, aunque en verdad siempre lo supe, nadie tiene una sonrisa tan extraña.
Llegamos a una puerta al fin y Ludovico ( ya no señor Ludovico, ya que con la conversación en las escaleras caí en que no era tan viejo como se veía)me dijo que porfavor esperara ahí, entrando en aquella puerta que por lo demás también era extraña, pero esta vez no me importaba, yo solo  caía en el asiento cansadísima, reclamando en mi mente lo alta que estaba la calefacción.
De repente se abrió la puerta de golpe y salió Ludovico.
-Pasa, el Jefesito te va a recibir, ojala que tengas suerte, nos vemos algún día, yo vuelvo a trabajar- me dió una sonrisa aún más grande que la que era permanente en su rostro y salió corriendo.
Ahi fue cuando entré y