sábado, 1 de diciembre de 2012

Ella y yo


Estábamos ahí, el silencio era inevitable. Hacíamos lo posible para no cruzar nuestras miradas llenas de simpatía irónica. De repente mi estómago sonó tan fuerte que ella me miró esperando a que le dijera algo.
-Tengo hambre-  le dije con la mejor voz que tenía para ella en ese momento.
-Lo siento, esta es mi comida, si tienes hambre no es mi problema- me respondió, dando una sonrisa falsa.
-Tienes comida de sobra, pido sólo un poco- le dije cada vez exaltándome un poco más por su actitud de superioridad que odiaba con toda mi alma.
- Aprende a no pedir-.
Ahí en mi mente se cayó todo. Mi orgullo era lo principal ella lo sabia. Ella lo sabia todo.
-¿Te comerás toda esa comida tu sola acaso?- le dije con voz suave y agradable mirando al piso. Extrañada me miró, pero recuperó su postura rápidamente.
-Sí, toda yo sola- dijo jactándose de haber ganado algo. Para ella y para mi todo era un juego cosa de ganar o perder.
Me arreglé la ropa, me levante lentamente, la miré con la cara más sincera que encontré y le dije :
-Chancha culiá- saliendo de la habitación. Pude ver como sus ojos se quebraron. Fue el mejor sentimiento de mi vida.